sábado, 29 de julio de 2017

Una reflexión sobre el poder reflexionar


En un principio iba a decir: “la sociedad actual está configurada de manera tal que todos aquellos con una mente brillante se ven obligados a buscar un trabajo que no quieren para pagarse una vida decente” pero reflexionando, me dí cuenta de que esto no es así. Es más, el mero hecho de ‘reflexionar’ debería en sí mismo considerarse un privilegio,
si vamos a comparar la sociedad actual con las pasadas, está claro que ninguna ha abierto más puertas al hombre medio que ésta en todos los campos habidos y por haber. En el pasado, para reflexionar, pensar o expresarse de manera particular, se necesitaba primero tener una vida cómoda. Es obvio, alguien que tiene que trabajar o pensar únicamente en su supervivencia no puede perder su tiempo en la ambigüedad. Tiene preguntas muy básicas, que no menos importantes, sino de hecho fundamentales, para poder sobrevivir. No se pregunta a sí mismo grandes cuestiones o fundamentos porque no encuentra nada en ello.
Poder adentrarse en lo considerado desconocido, divagar, cometer errores y volver a comenzar una y otra vez es un lujo propio de los que pueden permitírselo. No es casualidad que casi todos los filósofos del pasado tuvieran de un modo u otro cierta comodidad para poder meditar. Se necesita primero tener una buena situación económica, de lo contrario, es imposible pensar.
Cuando era más joven quería impresionar a la gente con mi inteligencia, aunque en el momento yo no lo veía así. Pensaba que de verdad les estaba enseñando algo de provecho, y de hecho lo hice un par de veces o tres, pero en el fondo era una forma de sostener mi ego, o crearme una especie de personaje respecto a los demás.
Después de que pasaran algunos años, me dí cuenta de que todo aquello que pinté en mi cabeza, todas las ideas, debates y discusiones que tuve conmigo mismo durante años no valían para nada. No soy ni seré un artista, y nada de lo que transmita se quedará en la memoria colectiva. La verdad es que sólo soy un tipo más de la rama más pobre de la burguesía que tuvo demasiado tiempo para desarrollar una forma de pensar particular.